Alí
Bello
Integrarse a
actividades culturales tiene sus beneficios. No sólo puedes explotar tu vena
artística, liberar estrés, conocer nuevas personas, lugares, sino también
desarrollar técnicas y adquirir valores que podrás aplicar a futuro y
seguramente, te servirán de mucho.
En el año 2006,
se crea El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de
Venezuela, liderado por el maestro José Antonio Abreu y el afamado director,
Gustavo Dudamel. Resaltando el lema de la fundación: por cada niño que toca o
canta, es un delincuente menos en nuestras calles.
La misión de
ambos maestros fue llegar a cada estado del país, formando nuevos talentos y
mostrando un pasatiempo totalmente sano, distinto, donde se puede pertenecer,
sin costo alguno, a la fila de una orquesta sinfónica o un coro, creando
disciplina, buenos hábitos, amigos y por supuesto, buena música.
Anzoátegui no
fue la excepción. Es por eso que el 16 de abril del año 2010, se inicia el Coro
Sinfónico Juvenil del Estado. Un grupo pequeño para ese entonces, integrado por
jóvenes de 15 a 20 años de edad, dirigidos por su fundador y director, Rafael
Silveira Mejías.
“Comenzamos
este proyecto en Puerto La Cruz. Poco a poco hemos ido avanzando. Actualmente
tenemos coros infantiles y juveniles con sede en Puerto Píritu, Cantaura,
Anaco, El Tigre. Obteniendo así, un total de 1.500 alumnos, en tan sólo cuatro
años de labor. La receptividad en los niños y jóvenes ha sido maravillosa”.
La zona norte
del Estado, cuenta con reconocidas escuelas de música, donde se han formado a
lo largo de los años miles de adultos, jóvenes y niños. Los cuales han
adquirido conocimientos y enseñanzas de manos de los mejores maestros de la
zona y el país. ¿El requisito para entrar? –tener talento, ganas de aprender y
superarse.
Con 51 años de
fundada, está en Puerto la Cruz la escuela municipal Vicente Emilio Sojo, ubicada
en la calle Anzoátegui del centro porteño. Allí puedes especializarte en canto
coral o adiestrarte en el instrumento que desees: piano, violín, guitarra,
cuatro, chello, entre otros. El plantel exige cumplir nueve años de estudios de
armonía, teoría y solfeo, composición, entre otros. Uno vez aprobados, el
alumno recibe el certificado que lo acredita como Músico. Todo esto, totalmente
gratis.
Habla el psicólogo
El psicólogo
Jonathan Barrios, explica que la música es un factor positivo que revoluciona
la vida del ser humano, por los efectos placenteros que produce. “Cuando una
persona canta, toca, o escucha sus canciones favoritas, el estado de ánimo
cambia por completo. Si estaba triste, se siente feliz. Y si su condición era
de infelicidad, comienza a experimentar alegría nuevamente”.
Barrios,
reconoce que las melodías sí transforman estilos de vida. Para él, pertenecer a
actividades musicales es algo saludable, regenerador, terapéutico, recomendable
para cualquier persona, especialmente a niños y jóvenes, porque sirve de base
para enfrentar los problemas y vicios de nuestra sociedad.
La música, al
igual que el deporte, es una disciplina. Los jóvenes que decidan practicarla,
deben asumir el compromiso y aceptar llevar una vida sana, donde se deje a un
lado el ocio, la ingesta de sustancias que sean nocivas para el organismo, y
dar paso a una buena rutina que amerita asistir regularmente a la escuela,
tener buenas calificaciones, ser buen ciudadano, dormir bien, comer saludable.
Por su parte,
Jonathan, asegura que la música funciona como herramienta primordial para el
desarrollo personal, social y emocional de los niños. También, sirve para
facilitar el aprendizaje en otras áreas. “Cuando un niño está presentando
problemas con matemáticas, yo le recomiendo a los padres inscribirlo en clases
de música. Esto hace que el pequeño encuentre una manera entretenida de
familiarizarse con los números, y realmente funciona”, expresa el psicólogo
Barrios.
Quienes se
animan a practican su pasatiempo favorito y alternarlo con el quehacer diario,
son personas felices, optimistas, sanas y proactivas que se encuentran
resguardadas contra el estrés; factor que perjudica la salud y puede llegar a
causar la muerta en los seres humanos sino se trata a tiempo.
“Es importante
que una sociedad cuente con espacios donde los jóvenes y niños puedan
desarrollar libremente sus habilidades y talentos. La zona norte del Estado
cuenta con muchos espacios para llevar a cabo esto. Con el tiempo, se han
creado orquestas, escuelas de música (públicas y privadas), coros, ensambles,
entre otros. Sólo hay que animarse”.
Joven emprendedor
Manuel García
tiene 17 años. Comenzó sus estudios musicales en la Escuela Vicente Emilio Sojo
cuando tenía apenas ocho años de edad. Ha sido ganador de premios internacionales
por varias composiciones para piano. Actualmente, se graduó de bachiller y en
un mes obtendrá su título de Músico.
Cantar por
doquier y tocar objetos caseros simulando un instrumento, era el pasatiempo
favorito en la infancia de Manuel. Sus padres, al ver las habilidades
artísticas que mostraba, no dudaron en buscar una academia donde su hijo
pudiera desarrollar al máximo sus destrezas musicales, y al mismo tiempo, no le
interfiriera con las clases en la escuela básica.
“Me defino como
un chamo afortunado. Tengo unos padres y hermanos que nunca han dejado de
apoyarme. Durante muchos años me tocó estudiar doble, sin embargo, distribuí el
tiempo y pude cumplir con ambas obligaciones. A pesar de eso, no dejo de ser
como cualquier joven de mi edad. En ratos libres juego futbol, videojuego y voy
al cine”.
Manuel se
inició tocando flauta dulce, pues eso le exigía la escuela. Luego, fue
adquiriendo más conocimientos y pudo escoger piano. Desde entonces, practica
todos los días en su habitación las piezas de Beethoven y Mozart, sus músicos
favoritos. También disfruta tocando canciones del folklore venezolano como El
pajarillo, Alma Llanera, Apure en un viaje y Venezuela.
-¿Para ti qué significa ser músico?
-Felicidad y un regalo de Dios. Desde pequeño he estado
rodeado de buena música, grandes maestros, y así quiero estar siempre. Esto es
lo mío.
-¿Qué beneficios te ha ofrecido a largo de los años la
música?
-Me ha enseñado a trabajar en equipo, asumir compromisos,
luchar por lo que quiero, y sobre todo, ser responsable. Cualquier persona que
decida incluirse en este ambiente, notará que no da chance de aburrirse o
pensar en hacer cosas malas, como caer en vicios, por ejemplo. Creo que eso es
lo más importante.
-Ya finalizaste bachillerato y estás por recibir tu título
de Músico. ¿Ahora cuáles son tus planes?
-Iré a Caracas a inscribirme en el Instituto Universitario de
Estudios Musicales (IUDEM). Allí me especializaré en el área de composición. Mi
deseo es seguir estudiando y aprendiendo cosas nuevas cada día.
Melodías inspiradoras
En
la calle Monagas de Puerto La Cruz, está ubicado el Hotel Rasil, sede
provisional del Coro Juvenil del Estado. Todos los lunes y miércoles, de cuatro
a siete de la noche, los coralistas
acuden allí para estudiar y practicar sus cantos. La mayoría de sus integrantes
no pertenecen a la localidad porteña. Por lo tanto, asistir con regularidad a
los ensayos es un sacrificio que “vale la pena”.
Josué
Pérez, tiene 17 años de edad, y es residente del barrio las charas de Puerto La
Cruz. Desde hace 3 años forma parte de la coral juvenil. Él cuenta que allí ha
aprendido cosas que seguramente, no iba a conocer en las calles de su
localidad. “Soy muy afortunado de estar rodeado de buenos maestros y compañeros
que me permiten hacer lo que más me gusta, cantar. Venir para acá es un
sacrificio que vale la pena“.
“Desde
siempre me ha gustado mucho la música, pero, nunca pasaba de cantar en la ducha
o en un acto de la escuela. Un día estaba leyendo el periódico y vi que estaban
solicitando nuevas voces para la coral juvenil del Estado. Sin pensarlo dos
veces me animé, decidí audicionar y bueno, aquí estoy viviendo la experiencia
más inspiradora de mi vida”.
María
Rebolledo, tiene 27 años, y trabaja desde hace cuatro años como profesora de
canto en el coro. “Estar vinculado a este medio es muy gratificante. Sobre
todo, porque cada día se aprende algo nuevo. Los jóvenes que están aquí han ido
puliendo poco a poco su talento. Además de eso, son muy receptivos con las
enseñanzas que los demás profesores y yo les impartimos”.
Es
importante destacar, que el movimiento sinfónico anzoatiguense ha surgido
gracias al sueño e iniciativa de la coordinadora regional de Orquestas y Coros,
Rosa Banús. “Comencé creando el núcleo en El Tigre, luego con los años me mudé
a Puerto La Cruz y es ahí cuando decido crear sedes en Barcelona, Lechería,
Anaco, Cantaura, Puerto Píritu, y
comunidades indígenas como Santa Rosa y Cachama. Todo esto, aprobado y
guiado desde Caracas por el Maestro José Antonio Abreu”.
Banús
define su trabajo como un proyecto social. Cuando tuvo la oportunidad de vivir
en El Tigre trabajó en la casa de la cultura. Según comenta, para ese entonces,
año 93, el maestro Abreu estaba creando pequeñas orquestas en algunos estados
del país. Ella se puso en contacto con él, y así surge como proyecto inicial la
Orquesta Sinfónica de Anzoátegui (OSA).
Han
pasado 20 años y el grupo ha crecido. Caminando por los pasillos de su sede,
ubicada en la calle Los Cocos de Puerto La Cruz, puede escucharse un conjunto
de melodías, provenientes de distintos salones de ensayo. Es una energía
positiva y un momento mágico cuando ves a niños de apenas siete años tocando
con agilidad el violín, flauta o chello.
Dentro
de la casa de estudio, se encuentra un espacio designado al Coro Sinfónico
Infantil “Roberto Rojas”, dirigido por la profesora Cecilia Hernández. Es un
grupo integrado por niños de siete a doce años de edad. “Tengo 100 alumnos en
total, los cuales están divididos según su nivel de aprendizaje. Aquí
estudiamos música de una manera fresca y dinámica, donde cantamos, jugamos y
nos divertimos”.
La
profesora Cecilia comenta que lo mejor de trabajar con niños es que diariamente
se aprenden cosas nuevas. También dice que desde hace cinco años trabaja como
maestra en el coro y define de gratificante su experiencia. “Los padres se
acercan a agradecerme, pero, realmente no es a mí. Simplemente la música es
así, transformadora”.
Si
bien es cierto que los maestros de música
merecen que reconozcan su trabajo, el apoyo incondicional y esfuerzo
diario de los padres amerita ser reconocido por todos. Luisana Torres, de lunes
a jueves, desde hace seis años, lleva a sus tres hijos a la Escuela Ángel
Mottola, ubicada en Barcelona.
“Es
un honor que mis pequeños se estén formando en una de las escuelas más
reconocidas en la zona. El equipo de trabajo es maravilloso. Los maestros
además de estar muy bien preparados, tienen una calidad humana extraordinaria,
y eso lo transmiten a sus alumnos”.
Por
su parte, la señora Torres dice que para ella es fundamental apoyar a sus hijos
en todo momento y demostrarles que preparándose y haciendo lo que más les
gusta, pueden llegar muy lejos. Siempre y cuando se mantengan alejados de las
malas acciones, vicios y ocio.
Sin
duda alguna, utilizar la música como forma de inclusión y desarrollo social es
maravilloso. Sobre todo si es enfocada a jóvenes y niños, quienes adquieren disciplina,
buenos hábitos, costumbres, y valores esenciales que así pasen los años
seguirán intactos en sus vidas.
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