Salvador Passalacqua (@spassalacqua)
El dilema del fin de semana jamás ha sido quedarse en casa o salir. Al menos así lo ve Alejandra Cedeño, una barcelonesa de 19 años. “Hacer algo en este pueblo es impensable. No exagero cuando digo que no hay nada bueno”, expresa.
Los jóvenes prefieren referirse al municipio Bolívar como un “pueblo” ante la falta de un verdadero desarrollo urbano. Entre amigos o familiares, migran a Lechería y Puerto La Cruz, las ciudades vecinas con variadas opciones de entretenimiento.
Para el sociólogo Pablo Caraballo, profesor de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (Unes), la insatisfacción juvenil se relaciona con las políticas públicas centradas en la población adulta: “Todos los espacios están pensados desde lo adultocéntrico. No hay nada exclusivo para la juventud. Valga decir también que ésta tiene una expectativa muy comercial”.
Y ciertamente, Mariangélica Olivero, a sus 22, preferiría una ciudad con más de un centro comercial. El único mall es Ciudad Puente Real en el sector Nueva Barcelona. “A veces me siento presa. Ni siquiera hay un buen sitio nocturno”, considera.
Los adultos deciden qué se puede hacer
Las últimas administraciones locales han publicitado como un logro mayúsculo el cambio en la fisionomía del paseo Andrés Bello, que bordea la avenida Intercomunal Jorge Rodríguez. La mayor atracción es un gimnasio al aire libre.
En abril, abrió el primer skate park del municipio, con un costo de 2.8 millones de bolívares para la Gobernación del estado.
Queda claro que se prioriza la inversión en espacios dedicados a la actividad física. “El deporte se convierte en una manera de prevenir desviaciones y vicios, pues se cuida un futuro productivo. Esa visión no integra la diversidad de las necesidades juveniles”, explica Caraballo.
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