La vida nocturna en nuestro país está
caracterizada por ser entretenida y divertida, pero en los últimos años
disfrutar de ello se volvió un lujo. Lo que antes era económico a la hora de
consumir dentro de una discoteca hoy en día es tres veces más caro.
Foto: Archivo |
Esta situación está afectando, sobre todo a
la población joven, en donde se incluyen los universitarios. En años anteriores
era normal salir de clases e irse de fiesta con amigos para despejar la mente y
pasar un rato agradable; hoy esa realidad es lejana ya que los altos costos de
los servicios no lo permiten.
En una visita hecha a tres lugares nocturnos
ubicados en Lechería, estado Anzoátegui, se pudo saber que dentro de estos
establecimientos un servicio de ron oscila entre los 10mil bolívares y 15 mil Bs., mientras que
los de vodka superan los 16mil bolívares.
Natalia Rodríguez,
estudiante del 5to semestre de ingeniería industrial en la Universidad Santa María (USM)
núcleo oriente, recuerda que hasta finales del año pasado podía salir a
“rumbear” al menos dos veces por semana, pero en estos últimos meses ha tenido
que disminuir los días de salidas debido a que el dinero no le alcanza.
“Antes yo salía dos y hasta tres veces a la
semana y no gastaba tanto dinero, me sobraba más bien, pero ahora he tenido que
limitarme, porque no vale la pena pagar 15mil bolívares en una noche”
Así como Natalia, piensa también Juan
González, estudiante del 7mo semestre de contaduría dentro de la misma casa de
estudios. “Los servicios dentro de las discotecas están extremadamente caros,
yo antes salía todos los fines de semanas pero ahora se ha puesto la cosa tan
dura que prefiero gastar ese dinero en algo que de verdad necesite”.
Soluciones
En un sondeo realizado entre varios
estudiantes dentro de la USM se pudo saber que 7 de 10 personas encuestadas
prefieren reunirse con sus amigos en una casa y beber “tipo tranquilo”, y
coincidieron que el gasto se reduce a más de la mitad y además es una forma de
resguardarse de la inseguridad que reina dentro del país. /María Beatriz Cayamo
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