sábado, 27 de febrero de 2016

Sobre cómo los Beatles cambiaron la forma de hacer portadas de álbumes


Por: Diego Alonzo.


A pesar de que la música es un estilo de arte oral y auditivo, siempre ha tenido una relación íntima con los elementos visuales. En nuestro tiempo, percibimos la imagen de una carátula de CD como una declaración visual. El título del disco o el nombre de una canción nos ayuda a situarnos en el tono y sentimiento de lo que vamos a escuchar. Mientras se mantenga en una dimensión cuadrada, las opciones y el estilo son prácticamente ilimitados. 

Al principio, el paquete que contenía un vinilo tenía el propósito de proteger el contenido, estaban hechos de cartón y solo mostraban la etiqueta en el producto. Fue en 1938 cuando Alex Steinweiss fue contratado como director de arte para Columbia Records. Steinweiss introdujo la idea del Cover Art, lo que originó un gran boom en las ventas de discos ocasionando que el mercado siguiera esta tendencia, como siempre lo hace cuando una idea funciona. 

Las tiendas de música fueron reconfiguradas para que, en vez de observar el lomo, los consumidores hojearan entre las portadas de los discos. Todo esto apunta a la importancia del Cover Art para el marketing del producto; después de todo, eso es la música: un bien que la gente consume. Ya que no se puede comprar la banda y la música no tiene una dimensión espacial, las portadas de álbumes emergieron como el bien estándar que se podía adquirir. 


Lo anterior explica el ascenso de la fotografía en los Covers, dando lugar a que en éstos apareciera la banda completa, otorgándole personalidad; un estilo que todavía es popular hoy en día. Un ejemplo ideal de este tipo de portada se puede ver en el primer álbum de los Beatles "Please Please Me", en el cual la banda sonríe carismáticamente a la cámara. La escritora Susan Sontag dijo alguna vez que "en su forma más simple, tenemos en la fotografía un sustituto de un objeto o una persona querida". 


Mientras su carrera avanzaba, los Beatles parecieron darse cuenta de su estatus como producto, lo que se muestra explícitamente en el título de su cuarto álbum Beatles for Sale (Beatles a la Venta). Esta portada es otro ejemplo de Cover de Personalidad, pero ahora sin las cálidas sonrisas. 

Para el tiempo en que Sgt. Peppers surgió, los Beatles ya habían comenzado a desafiar tanto convenciones de la música popular, como su rol en la cultura y esto se extendió a las portadas de sus discos. Primero en Rubber Soul, con su imagen distorsionada y estilo funk; y luego con Revolver, en el cual emplearon al amigo de la banda y artista Klaus Voormann. Cabe destacar que el arte de Revolver ganó el Grammy de 1967 en la categoría Mejor Portada de un Disco. 

















En otras palabras, los Beatles fueron los líderes en expandir la función de una portada como herramienta de marketing hacia una pieza de arte, lo que nos devuelve a lo que es realmente el santo grial de las carátulas: se trata del disco Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, una pieza que engancha a la audiencia de muchas maneras, en críticas, comparaciones, interpretaciones y contrastes.

Es un cover que invita a entrar, de manera en que el desafío inmediato consiste en identificar quiénes son estas personas; a preguntarse qué tienen en común un gurú hindú, Bob Dylan y Karl Marx (pues aparecen en la portada). La carátula quiere que el espectador se formule interrogantes como ésas. Al yuxtaponer filósofos como Marx y Bernard Shaw con artistas de la cultura pop como Marilyn Monroe y Marlon Brandon, los Beatles desglosan y mezclan la alta cultura con la baja que ellos mismos ejemplificaban. 


Con Sgt. Peppers, los Beatles desafiaban a los críticos a que abandonaran su exclusión de la cultura pop y retaban al público a que consideraran otros estilos fuera de las canciones románticas. Incluso hacían frente a la cultura hippie de los años 60 al tener líricas que mostraban la soledad y la pérdida. (Getting Better es un ejemplo particular).

Al usar la técnica del fotomontaje (que explota la cualidad única que tiene la fotografía de mostrar la realidad), los Beatles mezclan y derrumban los valores de tiempos y lugares distintos. Al mostrarse en la escena como actores y audiencia, la banda nos hace preguntarnos sobre las funciones de ambos, consideraciones que estaban en sus mentes ya que el grupo recientemente había decidido para las giras por sentir que su material perdía calidad. 

Cabe destacar que el diseñador de la portada, Peter Blake, era un notable artista pop que usaba aspectos de la cultura consumista para llamar la atención a la delgada línea entre el arte, la publicidad, noticias y demás formas de comunicación. El Pop Art quería que la gente considerara el proceso de manufactura del arte y cómo sus categorizaciones y jerarquías son, en gran parte, arbitrarias. 

Blake y los Beatles diseñaron la carátula de Sgt. Peppers para que fuera una pieza de arte y un producto de consumo masivo al mismo tiempo. Dentro, tenía un póster de la banda y material para recortar con una estética deliberadamente pretenciosa. También fue el primer disco en incluir las líricas de las canciones, animando a los oyentes a analizar el contenido intelectual de éstas. 


Lo cierto es que la música interpreta dos papeles: como un bien para consumir y como un elemento estético; y en muchas formas estas funciones son inseparables. Los Beatles sabían esto y estaban lo suficientemente conscientes para notar que esta característica era, para bien o para mal, inescapable. Su música debía ser comercializada y si la visual era el vehículo a utilizarse, John, Paul, Ringo y George serían tan festivos aquí como lo eran en todo lo demás. 

Al final, esta fotografía de fotografías, presenta una crítica a la idea de representarse, mostrando a los Beatles tres veces: la primera, como la banda falsa Sgt. Peppers en el centro; la segunda y a la izquiera, como figuras de cera del tiempo en el que se peinaban de forma tan característica y, finalmente, como ellos mismos; no estando en la fotografía, sino como un efecto de ésta, en las mentes de quienes observan emulando la verdad indiscutible que ellos conocían: no hay una manera de representarse definitivamente, porque, igual que la música, son invisibles. 






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