Salvador
Passalacqua (@spassalacqua)
Las oficinas de las seis coordinaciones principales de la Universidad Santa María, ubicada en Barcelona, carecen de máquinas para la reproducción de material impreso, un rubro indispensable para multiplicar las evaluaciones escritas y documentos del profesorado.
La fotocopiadora de la Escuela de Comunicación Social fue la primera en dañarse hace cinco años. Desde entonces, los profesores y secretarios acudían a las facultades vecinas. La semana pasada dejó de funcionar la máquina de escritorio de la oficina de Posgrados, la última en agotar su vida útil.
Un reciente acuerdo con las papelerías del campus pretende paliar la situación. La coordinadora de Comunicación Social, Reyna Taylhardat, debe firmar una autorización para que el profesor acceda al servicio de forma gratuita en los establecimientos comerciales, que cobran 6 bolívares por un duplicado en blanco y negro. Esta especie de vale solo podrá usarse durante los exámenes de arrastre.
Justo cuando los docentes se acostumbran al método, comienzan a aparecer los problemas. Belkis Rodríguez, catedrática y coordinadora de Pasantías, retrasó su consignación de notas de evaluaciones de rezago porque no tenía la autorización firmada. “No pude entregar las calificaciones porque necesitaba quedarme con una copia y no consideré llegar al extremo de pagarla. No estoy haciendo un trabajo de caridad”, expresó.
Las facultades de Derecho, Ingeniería y Farmacia, han suplido la falta de estos equipos usando las impresoras de las que disponen. Se imprimen entonces grandes cantidades de documentos originales, provocando un aumento del consumo mensual de tinta y papel.
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